¿Qué vamos a hacer los colombianos con tanto odio?

 Buenos días, quiero expresarles la bienvenida a nuestra institución, nuestro enfoque, el de ciudadanos participes de la construcción de una nación en equidad. La primera de nuestras entradas en el blog, para su análisis y discusíon , por favor deje su opinión sobre el articulo que a continuación se presenta.

Gracias!

Por: Maria Clara Gracia | julio 29, 2015 Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2Orillas.

Esta es la conclusión de una amena charla el fin de semana con algunos amigos extranjeros —latinos también— que viven en nuestro país. Hablábamos de la situación actual colombiana cuando saltó entre nuestros nacionales la infaltable política que se tira todo. Arrancó entonces la discusión de que si Santos, de que si Uribe, de que el proceso de paz, de que los mamertos, que los paracos, de que los candidatos a la Alcaldía Mayor de Bogotá… Como quien dice, toda la jungla; una jartera. Unos permanecían prudentemente callados y otros sentaban cátedra. Todo terminó centrándose en lo que unos llamaron persecución del actual gobierno a sus opositores del Centro Democrático, y otros denominaron “saboteo” de esa oposición al Proceso de Paz. Como dicen los muchachos hoy: “Paila, ¡qué tal la mamera!” En ese punto, uno de los extranjeros interrumpió y dijo: “Eso es lo que los tiene fregados a ustedes los colombianos: ¡El odio!. Me perdonan que me meta, pero tú —le dijo al que despotricaba de Uribe— estás hablando de tu expresidente con odio, y tú —le dijo al defensor de Uribe— te referiste a Santos de la misma manera”. Todo quedó en silencio y a los pocos segundos, que parecieron eternos, comenzaron a decir: “Pues sí, es verdad”. 

 Nuestro amigo latinoamericano continuó: “Miren, ustedes los colombianos son chéveres en general, son gente amable y buenas personas. Y eso depende de los estratos sociales; los altos son los peores, del medio para abajo son mejores, es decir, la mayoría”. Todos continuaban callados escuchando atentamente cada palabra de nuestro extranjero amigo. “Tengo mucho agradecimiento con este país y sus ciudadanos; de hecho mi esposa y mis hijos son colombianos, pero insisto en que el odio los tiene fregados. Se los digo con franqueza porque a toda parte que voy veo las mismas discusiones y los políticos han sacado partido de ese odio que ellos han ayudado a fomentar…”. Silencio absoluto.

Sobre el odio en Colombia se ha escrito, se ha investigado y hasta se han hecho marchas. Pedro Miguel Vargas Núñez, especialista en resolución de conflictos y negociación, publicó en marzo de este año en Semana “El odio y la venganza, los verdaderos motores del conflicto”, donde comienza diciendo que “los odios y la búsqueda de venganza de lado y lado han atizado la degradación y deshumanización del conflicto para una sociedad que se cree civilizada”, y agrega —entre otras cosas interesantísimas—, que “El odio del expresidente y senador Álvaro Uribe Vélez hacia las guerrillas se debe al asesinato de su padre: el ser que más amaba. La misma historia de los Castaño, quienes crearon las autodefensas para vengar la muerte de su progenitor a manos de las Farc. Otros muchos, en cambio, entraron a la guerrilla para vengar la muerte de un ser querido a manos o de los paramilitares o de las fuerzas estatales.Y así se repite y retroalimenta el odio, el rencor y la retaliación, creando una sociedad de enemigos dispuestos a vengarse en cualquiera de sus formas y hasta donde les den sus estómagos”. 

¿Qué tal? Nuestros nacionales odian a los políticos a quienes responsabilizan de nuestras desgracias; a la guerrilla por toda su barbarie; a los medios porque con su programación fomentan el odio; a García Márquez porque jamás hizo nada por Aracataca; y hasta ser colombianos porque reniegan de haber nacido en este país. Cómo será el asunto, que existe una banda de punk rock paisa llamada “Odio a Botero”, cuyo nombre “surgió de una canción del grupo, en burla al pintor y escultor colombiano Fernando Botero, a quien los integrantes de la banda califican como mediocre y facilista”, dice Wikipedia. 

El sociólogo e investigador Alberto Valencia dijo en su columna de hace dos años “El odio ancestral”, en El País de Cali, que visto desde el sicoanálisis “el odio crea un vínculo más fuerte, más sólido y duradero que el amor y por ese motivo es tan difícil de erradicar”. En Colombia hay odios entre las familias, entre unas regiones y otras (qué tal el odio que culturalmente fomentan en Antioquia –y reconocen los mismos paisas- contra los “rolos”, como nos llaman despectivamente), entre los hinchas de los equipos de fútbol (importado de otros países, como si no tuviéramos suficiente con lo propio), entre vecinos… Entre todos, ¡qué horror! Y el modelo educativo de este país preocupado por las cifras de las pruebas Saber y la competitividad global, en lugar de ponerle el mismo fervor a los valores, a la convivencia y al respeto por las diferencias con los demás. Como bien decía el líder negro norteamericano Martin Luther King: “La oscuridad no puede deshacer la oscuridad; únicamente la luz puede hacerlo. El odio nunca puede terminar el odio; únicamente el amor puede hacerlo”. ¿Lindo no? Pero cuándo tendremos luz, cuándo amor en Colombia…

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