jueves, 27 de noviembre de 2014

El Corrupto

 Actividad para todos los ciclos
Buenas noches, estimados alumnos exploren el siguiente articulo presentado por el profesor, Federico Rosado del PERU y su breve análisis de la corrupción, consigne su aporte, gracias.

Aristóteles, en la “Política”, precisaba que la corrupción es el delito de los gobernantes.
Alfonso Quiroz, en el libro que todos los peruanos deberíamos leer, “Historia de la corrupción en el Perú” (2013), señala que “la corruptela comprende el ofrecimiento y recepción de sobornos, la malversación y la mala asignación de fondos y gastos públicos, la interesada aplicación errada de programas y políticas, los escándalos financieros y políticos, el fraude electoral…”
El Código Penal, desde el artículo 376° al 401° precisa los delitos de corrupción: abuso de autoridad, omisión, concusión, cobro indebido, patrocinio ilegal, peculado, malversación, cohecho, tráfico de influencias, enriquecimiento ilícito, nepotismo.
Es indiscutible que la corrupción es tanto pública como privada, pero aquí tratamos y retratamos al presidente regional corrupto, al alcalde corrupto, al regidor corrupto, al funcionario público corrupto. Lo que tampoco niega al corrupto de poca monta, igualmente inmoral y condenable.
¿Por qué un ser humano, llegado al poder, se vuelve corrupto?
Sí, es el poder el que trastoca, desde el más reputado profesional hasta el más elemental que a duras penas ha terminado la secundaria; todos caen seducidos por el poder, y éste absorbe toda la decencia y honorabilidad.
El corrupto es crematómano: el poder lo usa para acumular dinero; ¿alguien dijo: “la plata llega sola”? Pero, al final, tanto dinero amontona, que disfruta del poder en sí mismo, es decir: mandar, disponer, tener a su servicio, sentir que otros dependen de él. A esto se le denomina el Síndrome de Hubris. 
De allí que el corrupto nunca quiera dejar el poder y hará todo lo que sea para mantenerlo. El corrupto genera un escenario muy propicio para su cometido.
Joseph Fouché apuntaba: “Todo hombre tiene su precio, lo que hace falta es saber cuál es”.
El corrupto, entonces, compra: jueces, fiscales, periodistas, contralores, inspectores, dirigentes y otros necesarios.
El corrupto supone que nunca será “agarrado con las manos en la masa”, por eso su cinismo estilizado; se siente protegido, todas las denuncias rebotarán en la fiscalía y si pasan al juez: o saldrá declarado inocente o el proceso se irá a las calendas griegas.
El corrupto siempre dirá que le presenten pruebas, exige los recibos de la coima, reclama testigos, sino, le echa la culpa a la secretaria, al huachimán, al chofer, a los asesores.
El corrupto, cuando es denunciado, le echa la culpa a los periodistas, y para eso usa a los periodistas que tiene bajo contrato o manda a su artillería fétida, que aquí se conoce como los cargadores.
Digamos que el último recurso del corrupto es hacerse la víctima: él es bueno, le quieren hacer daño, él tiene familia, sufre mucho, por eso él se va a sacrificar.
Muy bien decía Javier Diez Canseco: “Necesitamos una nación donde la corrupción no sea una forma consentida de gobernar”. Hay que acabar con el corrupto.
FEDERICO ROSADO
Periodista – Profesor universitario.